¿QUÉ FUE EL FRANQUISMO?

Varias eran las características de la ideología franquista. Una era la sumisión del mundo del trabajo al mundo empresarial. No se ha enfatizado suficientemente el clasismo elevado  como característica de aquel régimen dictatorial, lo cual es sorprendente pues un objetivo mayor del golpe militar que lo creó y enalteció en 1936 fue precisamente la defensa de los intereses y principios de la clase dominante (incluyendo las élites económicas y financieras del país) frente a los avances sociales que la  República había estado consiguiendo como resultado de las presiones realizadas por las clases populares.

 

Otra característica era la sumisión (en realidad, eliminación) de los nacionalismos periféricos (catalán, vasco y gallego) al nacionalismo españolista uninacional enraizado en la monarquía y su pasado imperial. Esta característica definió también aquel régimen cuyo enaltecimiento fue creado bajo el lema de defender la “unidad de España”, unidad que, por cierto, no había estado amenazada, difundiéndose bajo este lema, no la unidad de España sino la continuidad de un estado monárquico borbónico, jerárquico, radial (centrado en la capital del Reino, que tuvo poco que ver con el Madrid popular) y uninacional, que consideraba como “antiEspaña” a la visión plurinacional de España, poliédrica, no radial, con una convivencia consensuada y no forzada por el Ejército.

 

Estas características, clasismo y nacionalismo extremo, eran características de las ideologías totalizantes conocidas en el siglo XX como nazismo y fascismo, y que se presentaron claramente en el golpe militar del 1936 que no hubiera sido posible sin la ayuda del nazismo alemán y del fascismo italiano. Y así fue percibido por la mayoría de las instituciones internacionales, incluyendo las Naciones Unidas, lo cual explica que fuera de España no se utilice el término franquista para definir el régimen dictatorial español, sino el término fascista. Cuando el Sr. Samaranch fue en el año 1966 a EEUU a inaugurar los Juegos Olímpicos de Atlanta, el New York Times, en su nota biográfica, lo definió como “el delegado de deportes del régimen fascista español liderado por el general Franco”. No era su intento insultarle, pues el término con el que se definió aquel régimen en la mayoría de los medios de comunicación occidentales fue el de fascismo. En realidad, el único país en el que no se utiliza el término fascismo es España, y ello no es por casualidad, pues le conviene al establishment político-mediático presentarlo como un caudillismo, ya que una vez desaparecido el caudillo, la dictadura desapareció.

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Declaraciones publicadas en la prensa estadounidense.

 

 13 de febrero de 1951.

 

Todos los periódicos de la cadena Hearst publican las siguientes declaraciones hechas por Su Excelencia el Jefe del Estado español Generalísimo Franco, al periodista norteamericano Karl von Wiegand: «En España no hay derrotismo», me ha declarado el Genàeralísimo Franco en una entrevista de cincuenta minutos.

«La cuestión de la «voluntad para resistir» una agresión o un ataque es algo que ni. existe ni se produce en España. El español ha luchado siempre por su Patria, por su soberanía e independencia y por su religión y cultura, y nuevamente lo har si surgiera la necesidad», dijo el Caudillo que ha eliminado el comunismo en su país como no lo ha hecho ningún otro Gobierno en Europa. Por ello, Gran Bretaña, Francia, América y el resto de las Naciones Unidas, que alegan estar luchando contra el comunismo, declararon a España durante casi cinco años un boicot diplomático. Al suprimir éste ahora han declarado su derrota.  «Una nación cuyo pueblo no tiene «voluntad para resistir la agresión y que carece de espíritu combativo para defender su soberania, independencia y libertad frente a los ataques de fuera o de dentro, es una nación en declive. España no figura en esta categoría», afirmó el Generalísimo Franco. 

Al tratar de la situación mundial en general y de la de Europa en particular, el Caudillo expresó así su opinión: «La guerra no es inminente, pero están todavía muy lejanas la paz y la solución de los confusos y complicados problemas surgidos al terminar la última guerra, y que son consecuencia, en gran parte, de los errores en las directrices estatales y en la política de los vencedores».

«España y Portugal -continúa el periodista- son los dos únicos países de Europa que no tienen planteado el problema del comunismo. Por medio del boicot diplomático y la presión económica, los Gobiernos norteamericano, ingles y francés y las Naciones Unidas se esforzaron en inspirar la revolución en España. Fracasaron. Ha sido uno de esos «errores de directrices estatales y de política» que se han mostrado claramente en la historia de los Gobiernos de Washington, Londres y París y de las Naciones Unidas en los cinco años pasados». El orgullo de los españoles -prosigue Karl von Wiegand- no permite que haya interferencias de Gobiernos extranjeros en los asuntos internos de España. La austeridad económica no debilita el orgullo español ni su espíritu de independencia. Hace ya ciento cuarenta años, Napoleón fracasó cuando intentó quebrar este espíritu con una guerra de invasión. «Los Estados Unidos -dijo el Generalísimo- son incomparablemente más fuertes que los rusos en armamentos modernos, organización, grandes recursos, y en la inteligencia de sus generales y mandos. Los rusos no se arriesgarán a tomar la iniciativa en el desencadenamiento de la guerra, y sin recurrir a ésta tratarán de lograr todo lo que puedan.» «La única superioridad de Rusia está en su potencial humano; pero esto lo han contrarrestado con creces los Estados Unidos con aquellos adelantos que conducen a victoria. Rusia es débil en lo que son fuertes los Estados Unidos: en el mar y en el aire.»

Franco siente admiración por Norteamérica, por grandeza, poderío, talento organizador, progreso y predominio en el terreno industrial.

 

Tuve la impresión -dice el periodista- de que el Jefe del Estado español no mostró entusiasmo por una invitación a España a unirse al Pacto del Atlántico. «Menos complicado, mucho mejor y más satisfactorio seria un arreglo directo de colaboración con Norteamérica», hizo observar el Caudillo.