LIBERALISMO Y NACIONALISMO 

 

 

 

El liberalismo es una doctrina que apareció a finales del s. XVIII y se desarrolló plenamente en los ss. XIX y XX. Impuso una nueva concepción del mundo, acuñada por la burguesía. En su origen, el liberalismo, cuyos principios son formulados por Locke, es heredero de la Ilustración y del librecambismo de Adam Smith. La burguesía, por las restricciones que para la industria y el comercio suponía la legislación gremial propia del Antiguo Régimen, será quien mejor defienda tal concepto, en cuanto que la va a ayudar a imponer sus intereses de clase en ascenso. Los principios liberales burgueses son recogidos por las Declaraciones de los Derechos del Hombre, tanto americana (1776) como francesa (1791), y pasarán a formar parte de los textos constitucionales de los siglos XIX y XX.  En su doble vertiente, política y económica, triunfó con la revolución industrial y las revoluciones burguesas. De modo que podemos definir el liberalismo como la filosofía político-económica de la burguesía que sustenta al capitalismo. El liberalismo político es la teoría que postula la libertad de pensamiento, actuación y elección por parte de los individuos de una comunidad que tienen igualdad de derechos, deberes y oportunidades, y cuya conducta está limitada por leyes que permiten que la libertad individual pueda desarrollarse dentro del respeto al bien común. Apoyaba la libre competencia y no aceptaba las imposiciones de los estados en el comercio.

Sus características principales son:

1) Soberanía nacional , ejercida por el pueblo a través de sus representantes en el Parlamento, encargado de controlar el gobierno. 

2) Igualdad ante la ley, en un principio incompleta a causa del sufragio censitario.

3) Equilibrio y separación  de poderes: ejecutivo- el rey gobierna junto con sus ministros-,

legislativo -Parlamento unicameral o bicameral-, que aprueba las leyes y controla la gestión del ejecutivo y judicial, encargado de aplicar las leyes con independencia de los otros poderes.

4) Monarquía limitada por una Constitución.

5) Libertad individual: de conciencia, pensamiento, culto, expresión hablada y escrita, reunión y asociación.

6) Aconfesionalidad del Estado, que rechaza la primacía de la Iglesia, estableciendo el matrimonio civil, la enseñanza laica y la secularización de los bienes del clero (desamortizaciones), cayendo con facilidad en el anticlericalismo

7) Descentralización en favor de los municipios.

8) Espíritu de tolerancia, sobre todo hacia las nuevas doctrinas científicas y religiosas. 

 

 

 

 

El nacionalismo es una consecuencia de la revolución francesa y de la expansión napoleónica por Europa. Surge unido al liberalismo, lo que significa que una parte importante de los liberales son, al mismo tiempo, nacionalistas. Históricamente, el intento de construir un moderno Estado-nación es paralelo a la ascensión de la burguesía al poder.

 

Panorámica general 


1815 nos presenta este panorama:

- dos naciones divididas : Alemania e Italia. La primera en 39 estados; la segunda, en 7.

- dos estados plurinacionales (un Estado y varias naciones):- Austria: germanos, checos, eslovacos, polacos, eslovenos, croatas, servios, húngaros, rumanos e italianos.- Imperio otomano: turcos, griegos, búlgaros, servios, albanos y rumanos. Pero mientras el imperio otomano es débil y se va desintegrando desde el siglo XVII, el austríaco es fuerte, y sólo se desmembrará después de la Primera Guerra Mundial (1914-18).

 

Las revoluciones liberales nacionalistas

Se llaman así porque en ellas van de la mano, en gran parte de los casos, las dos grandes ideologías. La mayoría de los nacionalistas de la época son también liberales. El desarrollo del capitalismo industrial, el predominio de la burguesía y la supervivencia del liberalismo llevan a la democracia política. En este marco se encuadran las revoluciones de 1820, 30 y 48. Hay una dicotomía en la Restauración entre la realidad económico-social y la política, que traerá conflictos entre el liberalismo democrático y la contrarrevolución conservadora. Durante la primera mitad del XIX se suceden y enfrentan las revoluciones liberales y las reacciones absolutistas. Dichas revoluciones liberales se inician por lo general en Francia y se extienden por el resto de Europa occidental y central. 

 

 

 

La primera oleada

La primera oleada revolucionaria se produjo en 1820: intentonas aisladas, que fueron reprimidas. La de 1820 tuvo su inicio en España, donde su éxito inicial provocó la instauración de un régimen constitucional (El Trienio Constitucional, 1820-23). De España se extendió por todo el sur de Europa, surgiendo movimientos similares en Portugal, Piamonte, Reino de las Dos Sicilias y Grecia. Se trataba de acciones de conspiradores, que no tenían detrás una base social burguesa sólida que las apoyase. De acuerdo con los principios de la Santa Alianza, la acción de las fuerzas absolutistas debía aplastar estas revoluciones. Y así ocurrió con España, donde un ejército francés restituyó a Fernando VII como monarca absoluto, o en Italia, donde los ejércitos austríacos sofocaron el levantamiento. La rebelión griega fue al mismo tiempo liberal y nacionalista, por cuanto reivindicaba la independencia del Imperio turco. En este caso Rusia, Inglaterra y Francia apoyaron a los griegos, que lograron la independencia.

 

 

 

 

 

La segunda oleada

Comenzó en Francia, donde la reacción antiabsolutista triunfó rápidamente, dando paso a una monarquía liberal moderada en la figura de Luis Felipe de Orleans. El ejemplo francés fue seguido, en gran parte de Europa, con revoluciones o movimientos reivindicativos de carácter liberal o nacional: Bélgica, Polonia, Italia, Confederación Germánica... La revolución triunfó en Bélgica, que alcanzó la independencia de los Países Bajos, y temporalmente en los estados de la Alemania central. Por otra parte, en toda Alemania comenzó a extenderse la idea de un nacionalismo alemán. En cambio, fueron aplastadas en Polonia por la represión ruso-prusiana, y en Italia por la intervención austríaca.Las revoluciones de 1830 triunfaron donde a una base burguesa poderosa se unió la presión popular, casos de Francia o Bélgica. Fracasaron en los países con una burguesía débil y unas fuerzas reaccionarias todavía fuertes, caso de Italia y Polonia.El resultado fue que a partir de 1830 aparece una Europa occidental liberal y otra central y oriental sometida aún al Antiguo Régimen. El balance fue negativo para esta última, ya que los triunfos parciales de las revoluciones significaron el inicio del fin del absolutismo en Europa.

  

La última gran oleada liberal

Su significado se encuentra en que al tiempo que fue un nuevo ataque al Antiguo Régimen, se produjo un enfrentamiento dentro del liberalismo entre moderados y demócratas y, por eso, hacen su aparición reivindicaciones de tipo obrerista. La crisis económica promovió reivindicaciones socialistas, provocando una progresiva separación y creciente antagonismo entre burgueses y obreros. Esto distingue la revolución del 48 de las anteriores.  Comenzó en Francia, donde los grupos sociales marginados por el régimen liberal censitario, surgido de la revolución de 1830, reclamaban una apertura democrática y progresista. La monarquía de Luis Felipe de Orleans cayó sin lucha, dando paso a una república de liberales-radicales. Una oleada revolucionaria recorrió Europa. En Austria adquirió el doble carácter liberal y nacional en algunas zonas del imperio. Afectó de nuevo a Italia con el transfondo de la unidad, al igual que en los estados alemanes.Pero el balance de esta oleada fue el fracaso tras un primer momento de triunfo. Fueron aplastadas las revoluciones en Austria, Italia y Alemania, y en Francia se produjo un giro de tipo conservador. Globalmente, el intento democrático de 1848 resultó fallido, si bien introdujo constituciones moderadas por toda Europa central (Austria y Alemania) y consiguió ampliar en la mayor parte de países concesiones hacia sistemas democráticos de sufragio universal.