Cuando llegaron los europeos la población amerícana era constituida por grupos nómadas que vivían de caza. En la amplia región comprendida entre la meseta de México y la de Bolivia vivían poblaciones seminómadas que se dedicaban a la agricultura y que tenían un grado elevado de organización social. En la península del Yucatan y en Guatemala se habían establecido los Mayas, civilización muy antigua y en decadencia. Tenían una cultura literaria, una ciencia astronómica exacta y utilizaban el número cero.

 

  

En la meseta de México se extendía el Imperio Azteca. Su capital era Tenochtitlán (Ciudad de México). Progresivamente conquistaron todas las ciudades de la meseta y habían llegado hasta el golfo de México  cuando reinaba su último emperador Montezuma II. Su religión se basaba en sacrificios humanos al dios de la sapiencia y al dios del sol para evitar las catástrofes y los huracanes.

 

Por fin, el en area andina dominaba la ciudad de Cuzco, dirigida por un potente señor llamado Inca que se consideraba hijo del sol. El Imperio inca (Perú, Bolivia, Ecuador y Chile) había desarrollado un fuerte estado centralizado que sabía controlar y reglamentar la vida social y económica de la población. En esta sociedad el trabajo se compartía, así como la tierra, entre grupos de familias porque la división del poder y de la riqueza fueran equilibradas.

 

 La agricultura se basaba en el uso de canales e instrumentos para la irrigación pero no se conocía el arado y las semillas se metían en la tierra ayudándose  con un bastón.

Los peruanos no conocían la escritura; los aztecas poseían una forma primitiva de pictogramas y los mayas utilizaban una escritura geroglífica-fonética sólo parcialmente descifrada.  Su arquítectura era monumental pero no conocían el uso del arco ni de la moneda aunque sus organizaciones políticas demonstraran que se trataba de civilizaciones superiores.